Hubi, un viaje casi etéreo.



Respiré con profundidad y me propuse comenzar de nuevo, esta vez habla el autor y no el artificio de la pluma que lo acompaña. Una vez más un evento inésperado ha despertado en mí la vehemencia y se ha manifestado en gran diversidad de sensaciones, ¿coraje, miedo, rabia? No es relevante el medio, sólo el resultado.

He visto la escasa luz que deja el rastro de un sol cabizbajo en el cielo que enmarca mi ventana y me he preguntado si soy el único que reflexiona a partir de esta imagen, naturalmente he reído. Cierro los ojos, me conecto y por un instante tengo la sensación de poder sentir la piel de un segundo individuo, ¿quién será aquél? Me esfuerzo en adjudicarle una historia a ese ser etéreo y me detengo en una pregunta aún más importante, ¿de dónde viene aquél?

Son exiguos los momentos en los que empatizamos con la matriz de nuestra especie, ignoramos y fingimos no padecer el dolor con el que a diario enjugamos las lágrimas que ruegan por nuestra misma piedad. Indiferencia, la bandera que algún martir instituyó en la humanidad y con la que ha distanciado, con éxito, su original núcleo.

¿De dónde viene aquél? Me repito y estrujo mis parpados para pensar en algún lugar concreto, tomo la mano del invididuo desconocido, que cada vez se vuelve menos etéreo, y comienzo a volar con él.

Comienzo un viaje que me propongo jamás olvidar, millones de rostros, colores y luces que cegan, música que ensordece y nos hace incomprensible todo idioma o dialecto; sabores, olores y texturas que se manifiestan con perfección en piel, en cuerpo; cuanta belleza vive en cada rincón de este lugar. Me siento confuso, ¿en qué lugar estoy? Guardo silencio durante algunos minutos.

Más allá del estéril humo bélico y de los enfrentamientos, existe un lugar mejor; un mundo mítico y quimérico en donde la sonrisa de un infante no sea jamás aniquilada por conflictos que ni siquiera pueder entiender, un mundo en donde dos hombres tomen sus manos y se sientan amados, no amordazados; un mundo en donde se pelee por la vida y donde no exista un sólo ser agonizante que se pregunte si en verdad tuvo una oportunidad.

La humedad cubre mi rostro y la realidad regresa a mis sentidos, dudo un instante de lo sucedido pero aún siento un poco del abrazo de aquél individuo y me aferro a él como un niño que no quiere despertar de un hermoso sueño. ¿De dónde vienes?, me atrevo a preguntarle y, como si la pregunta lo ahuyentara, desaparece. Cierro los ojos y respiro el melancólico humor que expira la conciencia.

Tú, individuo volador casi etéreo, no sé de dónde vienes, pero si sé porqué. Existe un punto en el que trazamos la frontera de lo que llamamos "estabilidad", pero siempre hay vivencias que nos obligan a ver más allá de esa frontera y nos hacen concientes de lo mucho ignoramos; son pistas que nos trazan el camino que deberíamos seguir.

Con algo de fortuna ese camino me llevará a ti, con un poco más de la misma lograremos transmitir este sentir a otros más. A veces me gustaría que todos publicaramos los momentos en los que hemos sido felices en compañía de otros, darnos cuenta de lo hermosos que nos vemos cada que restauramos el fisurado núcleo de la humanidad; talvez así entendamos lo estúpido de nuestros conflictos como especie y de lo suicidas que podemos ser.


Con mucho cariño para ti.........................>IlCavalierRiccardo<

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1 comentarios:

Vaquero Jack dijo...

Hola Caballero Ricardo,

interesante y emotiva narracion... así me siento yo a veces.

Te mando un abrazo y espero lo mejor en tu concurso.

Fuertes abrazos, VJ

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